martes, 30 de octubre de 2012

Octubre


Me perdí varias veces antes de encontrar su habitación en el Hospital infantil del Gregorio Marañon.  Estaba desayunando en la cibersala del hospital con su padre, cuando me miró, sentí una barrera entre ella y yo. 
En el mes de Octubre de 2012, me llamaron de la asociación para dar Reiki a una niña de cuarto años, me habría gustado hacerlo en otras condiciones, es difícil resonar con Reiki cuando te interrumpen continuamente. Pero tenemos que adaptarnos a las condiciones de los hospitales
El último día,  no me interrumpieron ni la enfermera, ni la auxiliar ni las visitas. Le cogí de la mano y se relajó al momento. No solté su mano durante toda la sesión, cerró los ojos y se durmió. Con la mano que tenía libre, canalicé Reiki de forma intuitiva. Valoré esa sesión como una de las mejores desde que llegué al hospital, pero un gesto sencillo como darme la mano fue todo lo que necesitó.

Cuando despertó  estaba pasando las manos a unos 5 cm. de su pecho, de donde salía una suave corriente fría. Di tres pasadas hasta que desapareció. Había terminado. No sé si ella comprendió lo yo hacía y por qué, pero cuando me despedí su mirada era diferente. Ya no he vuelto a un hospital.Se llamaba Abril y es lo más triste que he vivido con Reiki.


















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